Rebeca

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Título original: Rebecca
Año: 1940
Duración: 130 minutos
Género: Suspense
Director: Alfred Hitchcock
Reparto: Laurence Olivier, Joan Fontaine, George Sanders, Judith Anderson, Nigel Bruce, Reginald Denny

“Anoche soñé que volvía a Manderley” con esa archiconocida frase da comienzo Rebeca, la primera película de Alfred Hitchcock en Hollywood y producida por el todopoderoso David O. Selznick. Basada en la novela de Daphne du Maurier (que también escribió la novela en la que el director se basaría para dirigir Los Pájaros), Hitchcock obtiene como resultado una de sus obras maestras, que curiosamente, no suele recordarse cuando a alguien le preguntan eso tan típico de ¿cuál es tu peli de Hitch preferida?

Todo el peso de la acción transcurre sobre la maravillosa Joan Fontaine (que al año siguiente repetiría con el director inglés en Sospecha como la abnegada Señora de Winter), que se somete a cualquier cosa con tal de no perder a su nuevo marido, un maduro adinerado y apuesto caballero que sufre por la muerte de su primera esposa, Rebeca. El filme es ante todo una historia de amor, del amor que siente Joan Fontaine por Laurence Olivier, pero también del amor de la Srta. Danvers, el ama de llaves, por Rebeca. La nueva señora de Winter sabe que algo ocurre, que el espíritu de la primera mujer de su marido permanece de alguna manera en aquella casa. No es una casa embrujada, no hablamos de The Haunting, pero sí parece que es terrorífica, una maldad personificada en el ama de llaves, la Señora Danvers, magistralmente interpretada por Judith Anderson, que siempre seria y extraña parece ocultar algo al mismo tiempo que trata de hacerle la vida imposible a la nueva esposa del Sr. de Winter. En contraposición a este personaje tenemos a Joan Fontaine, sumisa, capaz de cualquier cosa con tal de no perder a su marido.

Desde luego, si de algo puede acusarse al filme es de machista. Queda muy claro quien es el que manda, el que administra los negocios y quien es la encargada de cuidar la casa. Incluso cuando se trataba de ser romántico el personaje de Maxim (Laurence Olivier) es machista. Eso se ve claramente por ejemplo, durante la peculiar pedida de mano. Nada más aceptar el personaje de Fontaine, la reacción del Sr. de Winter no es otra que dar las instrucciones sobre cómo le gusta desayunar. Ella obedece encantada. Una situación similar se da cuando en Manderley ambos visionan las películas de su luna de miel. E incluso, algo muy curioso. El personaje carece de nombre propio: simplemente es “la señora de”, lo cual, e igual soy yo muy mal pensado, invita a pensar que en el fondo a ella le gustaba que la trataran así. ¿Quizás a la nueva Sra. de Winter le gustaba que la maltratasen? Como se dice en la película “el matrimonio con Max no es un camino de rosas” y ella lo sabe, pero sigue adelante con todo. Aguanta los desprecios del ama de llaves, es capaz de ocultar a su propio marido de un asesinato, él quiere dejarla pero ella insiste que pase lo que pase estará allí. Es una historia de amor obsesivo rozando el masoquismo.



Quizás podría verse también en la relación existente entre la Señora Danvers y la primera señora de Winters. Hitchcock nos devela sutilmente y elegantemente la relación entre ambas en una de las escenas más recordadas de la historia del cine. Cuando el ama de llaves acarica el abrigo de piel de su antigua señora y luego enseña con sumo cuidado donde guarda su ropa interior… desde luego es una escena totalmente gratuita pero extremadamente deliciosa, con una fotografía y una ambientación que permite que la escena permanezca en la memoria. ¿Quién no recuerda a Judith Anderson tras esas impresionantes cortinas? La Sra. de Winter no tarda en darse cuenta de la relación que unía a las dos mujeres,algo que en un principio parece aterrarla, pero al mismo tiempo atraida. Con lo fácil que era despedir a la Sra. Danvers y todos sus problemas en la casa habrían acabado… sin embargo, y a pesar de ser advertida por la hermana de su marido, mantiene al ama de llaves en la casa. ¿Para no enfrentarse a su marido? Quizás, pero algo nos dice que se siente atraída por absolutamente todo lo que ocurre en Manderlay.
Ese concepto de amor enfermizo, no sólo me refiero a la relación entre el ama de llaves y Rebeca, sino al de la nueva Sra. de Winters por su marido alcanza su súmum al final cuando en una escena magistral vemos como la Sra. Danvers prende fuego a la mansión y decide morir en la habitación de su amada señora ante los ojos de Joan Fontaine en otra de las escenas más recordadas de la historia del cine.
De Rebeca podrían decirse muchísimas otras cosas, es una película que se mantiene totalmente fresca con el paso del tiempo, cuyos personajes se podrían analizar uno a uno en profundidad y que probablemente es de las pocas películas en las que Hitchcock no usa sus habituales trampas. Por una vez, el espectador no sabe más que los personajes. Sabe y conoce al mismo tiempo que la Sra. de Winter lo que invita a participar totalmente de la película.

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